viernes, 30 de enero de 2015

La cueva de Altamira y su conservación.


   Hace justo un año, el pasado enero de 2014, el Patronato del Museo de Altamira aprobó las visitas experimentales al yacimiento, visitas que se hicieron realidad a partir del mes de febrero. El procedimiento consiste en la selección de cinco personas al azar, entre aquellos que hayan adquirido entradas para visitar la réplica de la cueva. La experiencia para los afortunados en el sorteo, dura unos 30 minutos, de los cuales serán aproximadamente ocho los que puedan contemplar las pinturas prehistóricas. Estas personas seleccionadas deben vestir monos desechables, gorro, mascarillas e incluso un calzado especial, elementos todos que facilitará el Museo. Evidentemente, durante la estancia no se permitirá ningún contacto físico con la roca ni la toma de imágenes.
   Estas visitas públicas hay que enmarcarlas dentro del Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y régimen de acceso a la cueva de Altamira, desarrollado entre septiembre de 2012 y septiembre de 2104, bajo la dirección del experto Gaël de Guichen. Uno de sus objetivos más relevantes es estudiar la compatibilidad entre la adecuada conservación y algún régimen de visita abierta al público.







   

   Tenemos que recordar que, en 2002 Altamira se cerró al público por consejo de José Antonio Lasheras,  su director desde 1991, quien apreció posibles daños a causa de la iluminación. Sin embargo, el propio Lasheras manifestó después que: <<el cierre absoluto de de un bien patrimonial tiene algo de fracaso>>. No obstante, esta opinión no es compartida por todos. Entre otros, el investigador Lawrence Guy Straus, de la Universidad de Nuevo México y director del Journal of Anthropological Research, ha declarado que no le parece conveniente para la conservación de la cueva su apertura al público. Se pone como ejemplo lo ocurrido con las cuevas de Lascaux en Francia, dañadas a consecuencia de la exposición a la luz.

   Resulta complicado posicionarse a este respecto y entiendo el debate abierto que hay hoy en día y las posiciones enfrentadas en el seno de la comunidad científica. No hay duda de que debemos hacer todo lo posible (y en muchas ocasiones no lo hacemos por cuestiones económicas o de simple negligencia) por lograr la máxima perpetuación en el tiempo de nuestro patrimonio histórico, artístico, cultural, etc y que debe primar el estudio y la buena conservación del mismo. No obstante, se debe hacer lo posible por su transmisión al público, para que nos podamos sentir identificados con él, para que lo podamos valorar, conocer, disfrutar, entender. Soy de la opinión que cuando estamos en contacto directo con un yacimiento o unos restos históricos en general o una obra de arte, produce en la mayoría un efecto especial, algo que nos puede llevar a interesarnos más por nuestro pasado y nuestra cultura. Es por esto, que la actual situación de las cosas en Altamira, la decisión tomada por el Patronato del Museo de las visitas limitadas y controladas, me parece una medida muy acertada, mediante la cual, unos pocos privilegiados, pueden acercarse y casi tocar esas pinturas y grabados que desde hace unos 35.000 años y durante otros 22.000 años, nuestros antepasados fueron plasmando en Altamira. ¿Quién no recuerda del colegio la fotografía en el libro de Historia de los bisontes de Altamira?.

Les dejo un enlace de la web del Museo sobre la cuestión de las visitas:

http://museodealtamira.mcu.es/PreparaLaVisita/visitaLaCueva.html



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